domingo, 15 de mayo de 2011

" LA RUEDA DE LA FORTUNA"

LA RUEDA DE LA FORTUNA
De: Alberto Trejo Juárez
Desde acá arriba se alcanzan a distinguir con la luna llena, los cerros que dan para ese pueblo que se denomina San Antonio. Que queda horita para el lado de la mano zurda, y para el lado de mi mano derecha el pueblo de Prieto, en el que hace más de un año fuimos a celebrar la fiesta de su santo patrón. Yo estoy muy a gusto horita, encaramado aquí, porque aunque dicen que a este pueblo, al que hora vine por primera vez, si creo que si, bajan muchos revoltosos que andan ya todos atolondrados por el pulquito que hacen por acá cerca, quezque dicen que matan al que se les pone enfrente. A nosotros nos respetan casi como la señor cura, que según dicen viene cada ocho días a dar la santa misa, y a nosotros porque les traemos diversión ; porque aunque ustedes no lo crean en este pueblo no hay nada.
Acá, atrás de mí, si volteo la cabeza estoy seguro que está la estación del ferrocarril, donde me contó la viejita “Catita”, la pulquera, que viene cada ocho días del pueblo de aquí abajito, de San Antonio; quezque en el andén del ferrocarril seguido matan a gente que está esperando el tren para huir de sus asesinos, quienes los esperan a la hora en que pasa el tren. Que solo pasa uno para arriba en la mañana y otro para el sur, o sea para abajo en la tarde ya pegada la noche. Todas estas costumbres me las refirió la viejita del pulque.
El frío es rete fuerte, y acá arriba me pega bien duro, pero yo me siento a mis anchas, porque estoy solo y naiden me distrae de mis pensamientos, con el aire que pega aquí me mece la canastilla rete bien bonito, eso me gusta, porque me recuerda cuando nos subíamos allá en mi pueblo a los capulines para bajar su frutita, y se mecían las ramas para todos lados, como un remolino de agua… Ese grupito de estrellas no lo había visto… Aquellas, si, son las cabrillas, bueno, eso es lo que platicaban mis papás … Las tres Marías,  esa que está acá casi atrás de mí es… bueno, creo que es el lucero güevón. Este que está encima de mi cabeza es… el aradito ¡ Qué bonito se ve desde aquí!
Precisamente aquí me había subido para echarle cabeza al pensamiento de cómo lograr a la “ Güeyana” que así le decíamos todos los de los juegos de la feria a la Aureliana, que así se llama y que es la ahijada de mi tía Merenciana, mujer de mi tío Crisóforo; bueno, ella no es mi tía pero yo la respeto porque vivo con ellos dende que vine a trabajar a los juegos de la feria. Ellos tienen los puestos del tiro la blanco con rifles de municiones, yo les ayudo; o sea que soy el chalán de mi tío Crisóforo. Bueno, pues, la “ Güeyana” vivía también con mis tíos en el mismo puesto, porque su mamá se las había encargado, hermana de mi tía “Mere”. Pues ahí tienen que como en el día no se hace nada, me fui rumbo allá abajo del pueblo, por donde cruza la vía del ferrocarril, hay un río muy chiquito, pero que es el único que tiene hierba que lo adorna, porque acá los cerros están rete pelones, solo algunos tienen nopales, pocos nopalillos, otros también tienen órgano, de ese que dicen que es bueno para los que no les funcionan los azucares en su sangre, yo no se; esto lo he oído.
Ese día me fui con la mira de echarme un bañito en el río; de pronto me paré para oír bien , se oía como plática de chivos cuando están en brama allá en el corral de mi pueblo. Me quedé nomás pajariando entre las jaras, poco a poco me fui acercando a donde partía ese platicar, ya les decía como de chivos, y  ¿cuál va siendo mi impresión? Cuando entre las jaras vi que “ Güeyana”, yo no sabía, pero había ido también a lavar la ropa que le había mandado mi tía  “Mere” Estaba allí tirada en el pasto, toda su ropa que llevaba puesta y la que iba a lavar, también estaba tirada, como si nada más la estuviera viendo el sol. Tenía encima al Pascacio; después me di cuenta que era él. Era el dueño de la rueda de la fortuna y novio de “ la Güeyana”, todos lo sabíamos. Ella estaba respingando y riendo mucho, como queriendo quitárselo de encima, de pronto ya no pasó nada ni se oyó nada, y después los dos se quedaron tendidos en el pasto, como ropa para secarse, hasta que el comenzó a luchar con ella . Cuando se volvieron a quedar silenciosos, yo me di cuenta que ella era más blanca de lo que parecía, o tal vez que todas sus partes donde el sol no se atrevía a besarle, era más blanca, lo demás era rete prieta, a mí me gustó más . No hice ningún ruido, ya ni me bañé, ya estaba bañado del sudor que me había dado con todo lo que había presenciado, luego me regresé; pero desde allí ya no se me salió del pensamiento la “Güeyana” a dondequiera que iba la llevaba, sobretodo esa piel tan clara que yo había visto.
Ya muy entrada la tarde cuando el sol ya estaba cayendo, aquí en el pueblo se empieza a sentir el frío más fuerte; y el aire también, fue llegando la  “Güeyana”  con su tambache de ropa, alguna ya estaba sequecita por el calor que le había dado. Al verla, todo le cuerpo se me puso graniento, como carne de gallina ya muerta del calosfrío que me dio, no se si era también por el frío. Busqué la manera de platicar solo con ella, y así pasó. Cuando empezamos a despachar los rifles a los paseantes que vienen a la feria; como al principio son muy pocos, ya hasta muy entrada la noche se dejan bajar de los pueblos, le dije:
___ Oye “ Güeyana” ¿ porqué te tardaste tanto allá en el río?___ Y enseguida, ella de momento no supo que decir; pero luego como que cayó en la cuenta de lo que yo quería decirle. Y me dijo:
___ Pues fui a lavar ¿ no viste?
___ Si, si vi, pero también vi algo más…
___ Oiga, oiga ¿ cuánto vale la carga de rifle?
___ Pues, cinco pesos.
___ Deme uno___ Se lo serví de mala gana para que se fuera el muchacho aquél.
___ Si, te decía “ Güeyana” que vi algo más que lavar.
___ ¿ Qué viste?
___ Oh, pues tu ya sabes ¿ para qué te haces?
___ Si, pero ¿ qué viste? Dime.
___ No me hagas que te diga lo de Pascacio, y todo lo demás.
___ Bueno ¿ y qué? Además somos novios y nos vamos a casar.
___ Si, pero si se los digo a mis tíos, pues yo creo que ya ni te casas, porque todos dicen que estas bien escuincla, además no te olvides que viniste a trabajar para ayudar a tus papaces.
___ Bueno… ¿ y qué quieres que haga?
___ Deme un rifle, joven.
___ ¿Qué vale la carga? ___ Preguntó otro.
___ Cinco pesos.
       Después que se fueron los clientes del tiro al blanco, ella, fue la que siguió hora la plática.
___ Te digo ¿ qué quieres que haga?
___ Cómo qué, pues ya sabes.
___ No, no se.
___ Pues… pues… quiero hacer lo mismo que el Pascacio___ Me vio como enojada, pero yo sabía que no, y me dijo.
___ ¡ Vete al diablo! ¿ cómo quieres que también lo haga contigo? ¿Pues quién crees que soy?
___ Nadie, una mujercita muy linda, que desde hoy, yo se que no voy a poder sacar de aquí adentro de mi cabeza y de mi cuerpo todo, pues ni se diga  ¿entonces qué?
___ No, ni insistas.
___ Güeno entonces tu ya sabes a lo que le vas tirando___ No dijo nada, se quedó sin decir ya nada.
___ Si quieres piénsalo de aquí a la hora que bajamos la lona para cerrar el puesto.
___ Bueno, está bien.
Ya no hablamos nada del asunto, y seguimos vendiendo cargas de rifles como si nada, a los dos no nos convenía que se dieran cuenta. Cuando terminamos el jornal del día , se acercó cuando yo estaba limpiando los rifles, para ayudarme  como siempre.
___ Oye Galdino, ya lo pensé muy bien.
A mi me saltó el corazón de donde estaba, y me le quedé mirando muy fijo; como el condenado de las películas que pasa en su puesto de cine don Porfirio, cuando el condenado apenas va a oír al juez, y dijo muy pacienzuda.
___ Mira. Vamos a hacer un trato, si tu logras hacer lo que quieres sin que yo me de cuenta , entonces, ya ni digo nada; pero, si no lo logras, entonces como buen hombre tienes que darme tu palabra que me dejas en paz.
___ ¡ Está bueno! Pero me la pones bien difícil ¿ cómo voy a poder?...
___ Yo no sé, esa es la condición.
___ Está bien.
Ese día descubrí lo bonito que es subirse aquí a la rueda de la fortuna. Que es de Pascacio, y que es más viejo unos diez años que yo, o más. Pero que ni se da cuenta que me le subo a su rueda, además no le hago nada.
Ese día me subí por los rayos de la rueda hasta treparme en la canastilla de mero arriba. Y empecé a ver a lo lejos. A platicarle a las cabrillas, al aradito, al lucero güevón, también a la vía láctea, que dicen que así se llama esa como faja de polvo brillante, que atraviesa arriba del cielo, de un lado donde se junta el cielo con la tierra, pasando por encima de nuestras cabezas hasta el otro lado contrario, y desaparece de vuelta donde se junta el cielo con l atierra nuevamente.
Pensaba yo: güeno, y si le doy un garrotazo para que no se de cuenta, no…pues así ni ella ni yo. No así no.
Güeno,… ¿y que tal si la embriago? No… pero ella no toma, me desanimé  ¿cómo? Además ¿ como la voy a agarrar sin que se de cuenta?... ¿ dormida? Pero… ¿ cómo? Además mis tíos se darían cuenta, porque duermen en la misma carpa que nosotros. Solo que ella de un lado. Yo en el lado de enfrente y en el mero centro mis tíos tienden su cama en el piso. Ellos eran, hasta en la noche como el peón  que cuida el rebaño y los sembradíos, que no se lo coman. Tío Crisóforo y mi tía Merenciana ya me habían advertido: que no me le fuera a acercar a la “Güeyana” con intenciones de hombre. Porque me las vería con ellos.
Güeno, haciendo una suposición: Que yo logro llegar hasta donde duerme la “Güeyana”, así me dije; yo, ya no veía ni las estrellas ni los cerros, yo veía mi propia película adentro de mí. Que era más interesante, aunque todavía tenía los ojos abiertos. Me dije: Yo llego a la cama de la “Güeyana”  Y ¿ hora? La descobijo, eso si lo puedo hacer, pero hora la combinación… ¿Qué hago?     ¿qué hago?…¿ Cómo le hago?.. En ese momento un lucero de los que se caían del cielo se resbaló, me sacó de mis cavilaciones, y dije: “ ¡Cortó el cielo!”  ¡Cortó! Grité, casi me caía de la canastilla y con el gritote que eché, que si hubiera estado encaramado en alguna canastilla de abajo, pues despierto a todos, era algo así como cuando mis papaces al ver un lucero que se resbalaba pedían un deseo; y a mí mi deseo se me cumple ¡ Estaba seguro!. Me bajé bien contento. Cuando ponía los pies en el piso firme cantaron los gallos. Todavía me metí en  mi cama, que ya había tendido la noche anterior. No pude dormir, solo cuando amaneció estaba el friecito que calaba los huesos, pero yo tenía fuego de ánimo adentro. Lo primero que vi al salir fue a Pascacio que desayunaba con doña Columba, que era la que hacía comida para los que no  tenían mujer ni quién les guisara. Fui hasta allá del otro lado de la feria, atravesé por entre los caballitos, por el chicote, por los puestos de lo aritos, por el látigo, y por el puesto de los quequis, que así les llamábamos, que no eran más que tortillas de harina, que ya cocidas le ponía don Luis cajeta encima.
___ Pascacio, buenos días.
___ ¿ Qué te despertó el gallo?
___ No, hombre, me despertó la gallina.
___ ¿ Cual gallina, Galdino?
___ Pues, una que tiene mi tía para el día de mi santo.
___ ¿ Qué queres?___ Me dijo queres, burlándose de mí.
___ Quiero… Quiero, bueno, quiero pedirle un favor: Que me preste sus tijeras que tiene ¡ Esas con las que corta el hulito a los cables de la luz! Se las entriego mañana.
___ ¿ Para qué las quieres?
___ Para parchar los rifles con hule de adornar las bicicletas y tela adhesiva.
___ Horita te las doy, déjame terminar de desayunar, tu ¿ Ya te desayunaste? ¿ No quieres un café con pan?
___ Güeno, me lo tomo, nomás porque usted me lo invita.
___ Buenos días Galdino, hoy ni saludaste___ Dándome el café y el pan, me reprochó doña Columba.
       Ese día trabajé muy a gusto esperando a que el sol se ocultara; y luego, como la luz del sol la luz de la planta de los caballitos, el chicote, la de la rueda de la fortuna, de la ola, que eran los que nos daban luz a quienes no teníamos en nuestros puestos, y apagando ellos, pues quedábamos a oscuras o con alguna lámpara que encendiéramos o con una vela, para la hora de acurrucarnos en nuestros nidos. Todo estaba silencio, y cuando calculé el tiempo que todos estaban como tumbas, sin moverse; solo los ronquidos de mi tío se oían. Me fui acercando a dónde “ Güeyana” ponía su cama sobre unas duelas, y unas cajas de madera, ella quedaba como a un medio metro sobre el piso, llegar hasta allí fue fácil, en puntitas de los pies. Levanté muy despacio las cobijas que tapaban a la “Güeyana”. Me acomodé casi a la altura de su cadera para tocar bien por dónde iba, no podía encender la luz; a la vez le echaba de cuando en cuando el aliento de la boca, para que sintiera calientito y no sintiera el frío en su pierna, y se fuera a despertar.
Yo temblaba no se si de frío o del miedo, o de emoción. Toqué la punta de su combinación , luego las tijeras que saqué de la bolsa de mi pantalón  “cortaron” ya después que les eché el calientito de mi boca, para que estuvieran también calientitas, si, cortaron lentamente, pero seguro la tela suavecita de aquella ropa de hembra; seguí cortando. Cuando empezaba a cortar la prenda de más adentro, como que se movió la “Güeyana”; yo me  quedé quieto, le eché de nuevo el aliento calientito en su cadera y pierna, para que no sintiera frío. Seguí , y seguí corta y corta hasta que al fin ¡ Al fin! Yo empecé a sentir el hueso de su cadera como que se soldaba con el mío, ese hueso que tenemos hombre y mujer en forma de concha de tortuga. Yo era en ese momento el hombre más feliz de la feria. Ella despertó, se dio cuenta de todo, como si ya lo esperara, solo se sonrió, bueno, eso creo yo, porque la oí que me dijo:
___ Tu no te das por vencido ¿ verdad?
___ Ese era el trato ¿ no?___ Le dije, solo dejó escapar de su boca un quejido. Boca a la que me pegué como quién se pega a un chorrito de agua en plena calor. Yo quería todo, ya estaba ahí.
Como cuando la canastilla de la rueda de la fortuna se mecía, cuando la movía  el viento todas las veces que me subía; así nuestra canastilla se empezó a mecer.
___ Oye vieja, creo que se metió un perro___ Dijo mi tío medio dormido.
___ ¿ Qué?... ¿ Qué, viejo? ___ Le contestó mi tía.
___ Creo que se metió un perro.
Se levantó mi tío con una lámpara sorda y buscó en todos lados; primero, para estar seguro fue a mi cama; y no encontró nada, yo había dejado unas mantas en forma mía. Luego fue a la cama de “Güeyana”. Nosotros estábamos bien quietecitos, y “ Güeyana” estaba haciendo que roncaba.
___ No, no hay nada, vieja, yo creo que fue un sueño.
___ Ya acuéstate deja de andar moliendo.
Luego sentí cuando seguimos, como si mi espinazo se saliera del pellejo, y yo creo que ella sentía lo mismo, porque se quedó como yo ¡ bien desmayada!
Se nos habían terminado las fuerzas de las veces que nos tomó esa noche “ el viento del amor”
Otro día tempranito fui a agradecer que “ Pasca” me ahiga prestado sus tijeras.
Desde ése día  siempre nos vemos “ Güeyana” y yo; ya sea en el río, ya en el puesto en la madrugada, pero siempre nos vemos. Desde ese día ya no ve a Pascacio. Me ha dicho que le dijo: Que le han venido los remordimientos, que se olvide de ella, que él es muy grande para ella.
Ella estos últimos meses se ha puesto bien gordita, se ve ¡ rete bonita! Me sigue gustando mucho, pero “ tengo un pendiente” por eso me trepé hoy a la rueda de la fortuna. Pues tengo un pendiente y no se qué hacer. Ella está gordita ¿ por mí o por Pascacio?. A ver si veo un lucero “resbaladizo” que me quiera aconsejar.

___ FIN___
                       

viernes, 6 de mayo de 2011

"EL CABALLO COLOR HUESO"

Cuentos costumbristas " El caballo color hueso"
De: Alberto Trejo Juárez
"Cuentos costumbristas" es una forma de dar a conocer eso que está aún en provincia, aún vivo, las costumbres de un español antiguo de alguna forma, las costumbres y forma de vivir. Las abordo con distintos temas, al igual como se viven hoy pero con otros ojos. Vívalo (vívelo) (ALTREJUA)
" EL CABALLO COLOR HUESO"
Don Manuel terminaba de arreglar al caballo aquél, blanco... color hueso; algo le arreglaba en el casco, al terminar le puso la pata en el suelo. Fue a su camioneta pick up y sacó un cartón recortado de una caja de cartón y con un mecate se lo colgó por el costillar al caballo, y ahí lo dejó en la alfalfa; que era su alfalfar. Poco más de dos hectáreas  sembradas de alfalfa. Le dio dos palmadas por donde irían las ancas y le dijo: No vayas a patear el pesebre, "lucero" Ni te vayas a ir, este es tu lugar.
Me acuerdo que la primera vez que me vendió los primeros cortes de su alfalfa, fue hace poco más de tres años, me dijo: " Don Malco, si, le vendo mi alfalfa, pero si la  "siega" usted le cuesta el corte tres mil pesos, si se la corto yo le cuesta. tres mil trescientos, por lo del "chalán"  " Si, está bien córtemela usted, y yo vengo por ella al segundo día, ya que esté oreada, y ese día nos vemos aquí para pagarle" Y así ha sido desde entonces.
Este viejito tiene su dinerito. Fue guardavía del ferrocarril y lo han jubilado con el cien por ciento de su sueldo, y todos los aumentos que tienen todos los trabajadores en activo, él los tiene. Aparte, sus tierritas le dan unos pesos de más, que para él solo ya ni le ha de hacer falta. Ya se lleva la vida   bien descansada, ya no tiene que andar cargando los fierros para arreglar la vía, lo que era peor: era caminar de ida y de regreso a su sección, lo que sea, pero si fue un trabajo muy pesado, hoy se la lleva la vida muy campechanamente, y seguramente el gobierno le ha de dar también alguna pensión por el tiempo que anduvo en la revolución.
Así como lo ven, según el me ha dicho, que tiene noventa y ocho años. El es muy pacifico, pero quién lo busca lo encuentra, como él mismo dice.
Ya lo ve uno: su andar cansado, ya encorvado. Con su placa dental arriba y abajo, el sombrero siempre en la cabeza, con sus chamarras vaqueras con forro de borrega, sus zapatos reglamentarios como los usaba en ferrocarriles.
" No joven Malco, yo aprendí a manejar la camioneta a los ochenta y cinco años, hace ¿qué?...__ Contó con los dedos de sus manos, de uno por uno hasta llegar  al año, y continuó__ Si, hace trece años. Ahí tenía yo la camioneta no más parada: Mis hijos se encargaron de ir a comprármela a Zacatecas. Yo les di el dinero y me la trajeron desde allá. Allí se quedaba parada cuando nadie de ellos la movía. Qué bueno que todos mis hijos tienen sus buenas chambas, también mis hijas; aunque ya sabe usted, el destino de las mujeres es casarse, y si hicieron una carrera, pues tienen que combinarla con el matrimonio. Tengo ingenieros trabajando en la planta de Aguas Calientes, y otros están en México. Tengo contadores, negociantes. Porque tienen sus negocios de jugos, licuados y tortas; sus maridos tienen sus camionetas  de pasajeros que hacen viajes hasta el metro de la ciudad de México. Con decirle joven Malco que hasta un artista tengo en la familia"__ Platicaba entonces, con alegría que se reflejaba en el brillo de sus ojos...
__ No me diga, y ¿En qué ha trabajado su familiar?
__ Pues en las de ésas, telenovelas. Es mi hijo. En películas y anuncios de televisión.
__No, pues usted está rico de familia, don Manuel.
__ Si, pero me puse a pensar, para eso de la manejada: "Yo estoy solo en esta casa tan grande; los hijos algunos lejos; solo el más chiquito de los hombres y una de las medianas está aquí cerca, ella tiene su zapatería. Que por cierto, ella es la que me hace mi comida y me la lleva a la casa. A mi no me gusta comer con la demás gente...__ Hizo una pausa y dejó que se le pasara la emoción que le hizo tragar saliva y continuó__ A veces se burlan de uno cuando al estar tragando se le sale la placa dental... eso a mi me da muchísimo sentimiento. Por eso es mejor que yo esté solo. Van, me visitan y son bienvenidos; se cansan de estar en la casa y se van, como dice el dicho: “Ellos en su casa, yo en la mía, y Dios en la de todos" creo que así va el dicho ese__ Se rió dejando ver sus dientes muy parejos, muy bien hechos. Si no me hubiera dicho que usaba placas dentales no lo hubiera notado, y continuó__ Bueno ya me estoy poniendo melancólico, y la verdad es que no me gusta...
EN la revolución no teníamos tiempo de chillar. Porque si perdíamos tiempo en chillar, ahí estaba el enemigo para "recordarnolo": Que el hombre en ella no podía perder tiempo en afectos y familia. Yo me salvé gracias, primero, a Dios__ Se quitó el sombrero para dar un vistazo al cielo. Pareciera que en una vista rápida de aquél cielo de mayo, buscara algo, tal vez su destino, o tal vez el de todos. En aquél cielo de color azul claro, sin nubes, y que arrojaba como lenguas invisibles de calor sobre nosotros que estábamos en la besana de su milpa. Que estaba sembrada de alfalfa. Era la única milpa, ya le digo como de tres hectáreas sembrada. Al rededor no había una más, si, allí estaban otras al rededor, pero esas solo tenían rastrojos, hierba seca, candidata a la quemazón de cada año para preparar la tierra para la nueva siembra del año. En la parte de arriba del terreno, al oriente, había un bordo de huizaches, con uno que otro pirú, y solo arriba en su límite una cerca con alambre de púas; los otros lados no tenían cerca. Abajo, al poniente, como a un kilómetro pasaba un canal, que bajaba en diagonal, no profundo, de agua limpia que se venía juntando de los manantiales que le daban vida, ahí si, había una gran cantidad de árboles como sauz llorón, fresnos, todavía  pequeños; tepozanes y arbustos, jara, bashosda, hierba chupona, maravilla que sus flores eran de distintos colores y mucho manrrubio. Ahí nunca estaba seco a la orilla del riachuelo aquél. Y allá, muy al fondo llevando la vista al poniente, pero siempre sobre el terreno, allí le llamamos "el plan" que no es más que el gran valle que hay por debajo de la cortina de la presa; que de dicha cortina dejaba la presa bajar una de sus venas con agua límpia. La presa se encontraba como a tres kilómetros y tirándole al lado izquierdo de donde nos encontrábamos, y al sur. Por el lado de la vena esa, siempre estaba todo verde. Y arriba de allí , tirándole para el poniente, el cerro plano y largo, que solo una cortina de piedra le separaba del río, era una cortina de laja muy vertical, era como una pared muy alta . A ese cerro anteriormente le llamaban " cerro de el venado" porque era el único sitio donde crecía la hierba condimento para la salsa verde, que así se  llamaba (hierba del venado). Había huizaches, mezquites y mucho pasto; eso era todo; ahora al cerro le llaman " el encino". La  gran desgracia es que el agua del riachuelo de los manantiales y la del otro río limpio, la que soltaba la cortina se iban a contaminar río abajo con el agua del río Tula...
Con el agua del río Tula, que es el que pasa aquí abajito, a un kilómetro o menos de este gran valle, juntándose todos para acá abajo. En dicho río pusieron la muerte para todo el agro del centro del país, con los deshechos de la enorme ciudad de México, que llegan hasta acá cerca en un drenaje profundo, y este fue el nivel que les gustó para sacarlo a flor de tierra...
Desechos que llegan por un drenaje profundo, y este fue el nivel que les gustó para sacarlo a flor de tierra. Todo esto lo se por mis abuelos que han de ser de la época de don Manuel. Y él continuó después de ponerse el sombrero __ Me salvé, en segunda, por mi cuarenta y cinco y mi treinta_ treinta. Regresé de la revolufia y formé mi familia. Ya mis jefecitos habían entrado al régimen del ejido, que repartió el finadito, mi general Lázaro Cárdenas "tata Lázaro" así le decíamos, porque él se encargó de dar tierra a cada uno de los desposeídos que dejó la revolución. Él le dio a mis jefecitos estos pedacitos de tierra, éste de "el plan" y el de "dos ríos" Sin contar con el pedacito en el pueblo para vivir y que ya repartí a mis hijos, a todos, mujeres y hombres les tocó su cachito. Eso de mi general fue por el treinta y ocho, o treinta y seis, ya no lo recuerdo bien; lo del reparto de tierra de mi general "tata Lázaro" 
       Don Manuel siempre traía la cuarenta y cinco clavada en el cinturón, mas, yo nunca lo he visto sacarla para asustar a alguien " La cargo por costumbre, joven Malco. En la revolución  el que no cargaba una arma o la perdía, estaba muerto. Yo no quería ni quiero estar muerto. Hasta que él diga" __ Y se volvió a quitar el sombrero de paja apretada, que no tenía que ver nada con los sombreros de charro que ellos usaron en la revolución. Era un sombrero de ala pequeña, copa con dos pedradas, y muy fresco como los que usa mi papá__ ¿Por qué le platiqué todo esto?...__ Bailaron sus ojos recorriendo el paisaje que teníamos enfrente. Sus ojos, y los míos, fueron hasta allá, arriba de los "dos ríos", recorrieron la cortina de árboles frondosos que estaban al fondo y abajo, antes que la vista subiera al cerro que es el cerro de "él venado" lo miró como encontrando un tesoro, y al fin recordó__ ¡Ah! por lo de la camionetita que aprendí a manejar. Así voy a donde quiera y no tengo que estar esperando a que me lleven...
__ Oiga don Manuel.
__ Usted dirá joven Malco.
__ ¿Qué sucedió, hará qué... unos tres años, me comentó usted que le hacían perjuicios los animales de sus vecinos y los de otros de más lejos?
__ Nada, que la primera vez. Si, hace poco más de tres años, un día para variar en invierno, vine  a echarle una visitadita a la alfalfa, y que me voy encontrando un caballo; precioso el animal, blanco como la nieve, de una muy buena alzada y muy inteligente. Estaba comiéndose mi alfalfa. Aquí me esperé hasta la noche, pensé que el dueño venía cada noche por él. Cuando va llegando el dueño. Para esto, fui y escondí la camioneta allá entre los huizaches de la alcantarilla. Allí mire__ Desde la milpa se alcanzaba a ver a unos doscientos metros de retirado, una gran curva allá en lo alto donde pasaba la vía del ferrocarril, pasaba allá al lado oriente. Yo sabía que en el mero centro de la curva como de un kilómetro de largo, estaba la alcantarilla que desfogaba el agua de lluvia, de arriba de los cerros y arrojaban su caudal hasta el canal del agua de manantial__ Y también me guarecí de las miradas que llegaban a pasar por el camino real. Bueno, hoy ya no tiene nada de camino real, hoy solo lo usamos los ejidatarios de "el plan”. Allí mero me parapetié, como lo hacía uno del enemigo. Y como por hay de las nueve de la noche voy viendo a una silueta que se acercó, con toda la confianza de que estaba solo. Era el Maclovio, y que le hablo. Yo creo que se le cayeron los calzones, pero se repuso del sustote que le di:
__ ¿Por qué me estás robando mi alfalfa?
__ No, yo no me estoy robando nada, viejito__ Me molestó el tono en que lo dijo. Gracias a Dios y para él que no eran tiempos de guerra, si no, ahí me lo hubiera "quebrado" ... cabrón conchudo.
__ Por hoy te la paso Maclovio, pero la próxima vez... o detengo al caballo por "prejuicios" o te lo mato.
__ Mire viejito: las generaciones nuevas, como se dice hoy, no robamos, solo tomamos las cosas dónde las hay y sean de quién sean__ Yo agarré la cacha de la cuarenta y cinco, pero me contuve ¡ Pobre muchacho pendejo! No era consiente de mi superioridad; yo estaba armado y él no. Me contuve. Aunque su hocico era una arma.
__ Vete, ya te dije: por hoy. Y se fue, se montó en su hermoso caballo blanco, tan blanco como los luceros del cielo de estos cielos nocturnos tan estrellados que tenemos.
__ Y luego ¿ Ya no volvió a traerle a pastar y a comer su alfalfa al caballito?
__ Si__Se rió, tal vez resignado o tal vez planeando algo. Y siguió__ Al año siguiente, en la época de estiaje, de sequías como hoy. Mi milpa era la única verde en todo "el plan" y todo "dos ríos" y volví a encontrar al caballito aquél  "el lucero" le había yo puesto por nombre. La verdad es que me gustaba el canijo caballo, y yo le gustaba a él, porque me obedeció en cuanto lo llevé a amarrar a la defensa trasera de mi camioneta pick up. Ahí iban camioneta blanca y caballo blanco. Muy mansito. Lo llevé hasta el pueblo y se lo entregué al juez. Pero el ladino aquél se las arregló para pagar la multa pero no "el prejuicio". Yo no se qué le diría él al juez, pero el juez se dejó embabucar. Y el otro se salió con la suya, nunca pagó. Y cuando yo le preguntaba al juez: “¿Qué pasó con aquél?” Me decía: “¿Quién va a ir hasta "el plan" a cobrarle?”  "Yo nomás le advierto don Isidro: Si él me sigue robando la alfalfa...bueno, para qué le digo. Algo tengo que hacerle al Maclovio ¿Me entendió don Isidro?" "Si, don Manuel, si, ya me lo dijo usted"
__ ¿Y qué pasó después don Manuel?
__ Nada, la segunda vez desenterré su cuña de metal que había clavado en mi terreno, entre la alfalfa a donde "el lucero" se podía mover como en un ruedo, a su antojo. El caballo lucía bonito hasta en las sequías, gracias a mi alfalfa.
El año pasado vine un día, por hay por diciembre y que encuentro de nuevo al animal; ora estaba amarrado a un tronco de sauz llorón que había traído el socarrón aquél. Lo desamarré y lo amarré a un manojo de matas de alfalfa; sí, le digo que era bien mansito. Le digo: el animal cuando me veía...se había encariñado conmigo, como se encariñaba con uno, su cuaco en la revolución. Ya en la noche, cuando oí el motor de su camioneta, del fulano aquél... Desamarré al cuaco del manojo de alfalfa y saqué la pistola; cuando bajó el fulano de su camioneta, cuidé muy bien que viera: Apunté lento, como cuando sacrificábamos a nuestro penco en la revolución, por culpa de una pata rota, aunque nos doliera le sorrajábamos un plomazo para que no sufriera el animal. A este no le dolía nada, ni tenía la pata rota. Y con dolor y pena le dejé ir el tiro de la cuarenta y cinco  por atrás del ojo izquierdo. Su ojo que me había estado viendo los últimos minutos de su vida, como suplicándome por ella. Cayó el animal después de mi disparo, quedó a mis pies con las patas abiertas como si estuviera de pié. El fulano aquél todo miedoso se subió a su camioneta y se  fue lo más rápido que pudo. De la prisa que le entró hasta se andaba trastabillando, el muy...cabrón.
Al tercer día los zopilotes fueron bajando desatornillando el aire, guiados por el hedor del animal. Y en menos de que se lo platico lo descarnaron. Uno, empezó metiéndosele por el ano; otros, empezaron por los ojos y así se la siguieron  dando cuenta de él. Habían bajado los zopilotes extendiendo a todo lo largo sus alas. Haga de cuenta que entre todos bajaban por un tornillo imaginario. Así también extendieron sus alas y pegaron el salto ya bien tragados para irse, y subieron como los aeroplanos hasta verse allá arriba, muy arriba en el azul del cielo, hasta desaparecer, allá muy retirado, para después aparecer columpiándose en el aire azul del cielo.
Ahí quedaron los huesos limpios, limpios después de la partida de los zopilotes, huesos de color blanco, color hueso; aunque ya con el sol y con el tiempo se fueron poniendo amarillentos. Me acomedí a unir los huesos con alambre inoxidable, y ahí lo tiene ahora, de pie como cuando estaba vivo, en medio del gran círculo de alfalfa, círculo que había hecho con su "prejuicio". Aunque como ve ahora ya no se la traga solo espanta a los dueños de otros caballos que quieran traerlos a comer acá de oquis. Aquí lo tiene usted, blanco, blanco tal como cuando vivía. Solo le hacen falta sus ojotes hermosos que me veían. ¿Y el fulano aquél? ni sus luces.
    El caballo, su esqueleto quedó reluciente a la luz del sol, con la cabeza muy en alto como cuidando el alfalfar, y con su letrero en el costillar que decía: "Esto le puede pasar al que se  robe mi alfalfa"
___FIN___
NOTA: Es todo, ojalá y les haya gustado esta narrativa.
Gracias por tenerme calma para las entregas, gracias por leerme:altrejua
(alberto trejo Juárez)
NOTA ¡¡MUY IMPORTANTE!!: Para leer “La ordeña”, como la letra está en fantasma, será necesario que arrastre el cursor unos siete renglones para que se sombree el cuento y… ¡Aparece el cuento listo para leerse! Mil disculpas por no dominar estos nuevos medios de comunicación, a mí me  llegó un poco tarde el internet. Nuevamente mis disculpas. GRACIAS:
alberto trejo juárez






martes, 3 de mayo de 2011

"LA ORDEÑA"

(CUENTOS COSTUMBRISTAS)
"LA ORDEÑA"
De: Alberto Trejo JuárezNi ejidatario era el cabrón del Aquilino, digo, no lo era, porque quien si lo era, fue don Eustacio. Ahí anduvo de barbero para que el difunto le dejara los derechos. Ya estaba muy enfermo el viejito y sin herederos, pues ¿ A quién se los dejaba? A él. No, si de que era abusado lo era. Fue y se le metió en su casa, y que .Don Eustacio  por aquí, don Eustacio por allá...
Le dejó los dos terrenos, el de "el plan" y el de "dos ríos". Hora que lo pienso yo tuve la culpa en mucho de  las calaveradas que le hizo a la gente del pueblo, y yo sin darme cuenta. Digo que yo, porque siempre al verlo tan jodido, que siempre andaba yo aconsejándole: Que haz esto, que, haz lo otro y él lo hacía pero agrandado, a su modo y estilo. Yo si lo pendejeaba mucho, al fin un iletrado como yo, pero creo que más, el solo estudió hasta el primer año y dejó la escuela según me ha platicado.
Un día, hace poco: "Aquilino ¿ya viste que están abriendo una sepa?" Le dije "¿Para qué Gastón?" " Cómo, para qué ¿Que no eres tu el comisariado ejidal?"  "Si, pero no lo he vido" Hágame el favor, decía: "vido" todavía como mis abuelos, que eran de la época de la revolución, o de más antes. Así estuvo la plática de esa vez: 
__ Vete "al plan" allí están los de PEMEX poniéndole ganas a la escarbada  ya, y tu por acá sin saberlo, ándale vete y pídeles una "indeminización"__ Le dije y aquél sin preguntar más salió como quién lleva un cuete en la cola. Después el mismo me lo platicó con todos los detalles cuando al otro día me lo encontré
__¿Qué pasó Aquilino, allá en "el plan"?
__ Nada, que tenías razón, mi buen Gastón. Ya fui y hablé con los ingenieros que andaban echándole ganas al dese ¿teodolito? y a la regla para hacer trazos en papel para hacer la zanja y pasar el tubo del gas. Les dije: Señores vengo a pararles la obra. Yo soy el comisariado ejidal del pueblo y ustedes no me han pedido permiso, ni a mí ni al pueblo, ni a nadie para pasar su tubo ¿Qué quieren pasar por aquí?
__ Vamos a pasar un gasoducto para surtirle el gas al club Malinali Tenepan que se está terminando de construir aquí arriba del cerro del "lingandani" ( el cerro del venado)
__ Si señor ingeniero, yo se donde está el club del golf y dónde el cerro del lingandani.
__ ¿Como le hacemos señor comisario ejidal?
__ Pues hasta que no nos arreglemos con la compañía va a poder continuar sus trabajos, menos no__ Y tuvieron que irse después de darme el nombre de su jefe en la refinería. Al otro día temprano que me levanto y que voy  a la refinería. Primero me pusieron muchas trabas , como siempre, que: ¿Para qué lo quiere? Que está ocupado. Y que le digo al fulano aquél que me estaba preguntando, el policía: " Vengo a avisarles que yo les paré la construcción de la zanja para el gasoducto al club de golf Malinali Tenepan" " Pásele, pásele" Luego, luego me abrieron la puerta de la oficina. El cabrón de su jefe se portó conmigo como sedita, que don Aquilino por aquí, que por allá " Ustedes van a tener su "indeminización" , todo el pueblo y los ejidatarios dueños de los terrenos afectados. También saldrá la suya aparte, esa será personal.
   Es cierto, nos repartió a los diez ejidatarios, una lanita, creo que fue como de a cuatro mil pesos por cabeza y todos conformes... pero yo no quedé conforme porque, con el pretexto de ir a ver mis terrenos de "El plan" y el de " Dos ríos" ya lo andaba yo "ispiando"eso porque ya le había yo caído en una tranza que nos hizo. Él mismo me dijo que por seguro y ayuda al campesino le dieron, años atrás, cuatrocientos mil pesos y él nos conformó , para variar, a los diez que éramos de pleito con cuatro mil trescientos pesos por cabeza. En el momento nunca hice las cuentas y nunca le reclamé que él y el Higinio, que en ese entonces era el tesorero del pueblo. Éste salió más cabrón que el otro, porque en platica nos dijo: "Que se los fue a gastar en unas vacaciones a Acapulco. Pero yo se que poco más de trescientos mil pesos se los repartieron entre los dos, y nosotros sin saberlo para entonces. Pero yo tuve la culpa porque aquella vez le dije:"Aquilino ¿ya cobraste la "indeminización" que nos deben dar por el seguro al campesino y la ayuda?" " No, Gastón ¿ qué dan algo por eso" " ¡Si! no seas pendejo, ve y tramítalo a Pachuca" Si, se fue y nos dio la sorpresa pocos días después reuniéndonos "Ahí les traigo un dinerito" Nos dijo y nos reunió ese día para darnos su miseria, bueno, es que no estábamos enterados de la cantidad que nos correspondía y lo demás se lo pecharon.
Cabrón, y yo poniéndoselas todas como "peladitas y en la boca" siempre, y luego pensé: Y yo ¿qué me gano? Por eso es que le monté guardia con lo de PEMEX y fui descubriendo cosas que a mí no me parecieron raras , solo que ya no me invitaba a pasar a su dizque bodega, allá en "dos ríos" en donde aprovechó la brecha que hicieron las máquinas para abrir la zanja del gasoducto, que al fin pasó por su terreno. Eso si, ya él y su familia ya andaban muy estrenados de ropa y también compró una camioneta nueva, sacada de la agencia, la azul. La otra, la viejita se la malvendió a don Isidro por ocho mil pesos. Lo que sí se me hizo muy extraño con el tiempo, fue, que siempre que iba por ahí de las seis o siete de la tarde, miraba yo un camión de redilas cargado con cilindros de gas. 
__ Oye aquilino ¿porqué viene el camión del gas tan tarde a tu ranchito? 
__ ¿A qué pasa el camión del gas? ¿No a repartir? Pues este viene a dejarme el gas.
__ Y ¿hasta acá? No, a mí no me haces pendejo, tú te traes algo como siempre.
__ ¿Qué he de traer Gastón? Tu siempre "miras moros con tranchetes"
__ Pues yo no se pero... a mi no me gusta nada de lo que te está pasando desde que te aconsejé que fueras a pedir la "indeminización"  por la pasada del gas por nuestras tierras
QUÉ va de aquél hombre, que era él: de pantalón de mazclilla, zapato choclo, chamarras vaqueras, camisa de popelina comprado todo en la plaza, ah, y su sombrero. Ya empezaba con el tiempo, y con el pretexto de ir a Tula, a Pachuca a arreglar asuntos, ya iba con unos saquitos, digo saquitos, porque él era chaparro, yo creo que como de la estatura de un chamaco de la secundaria, y ya usaba botines. Ya empezaba a ponerse más abusado para contestar. Quería apantallar a sus pendejos, ya hasta hablaba con la voz fingida, como si hablara dentro de un tubo. Algunas veces me lo encontré en Tula, a él y su familia, al pasar yo por afuera de un restaurante, allí los veía comiendo "Oye Aquilino, me pareció verte en Tula en el restaurante Oaxaqueño ¿ Eras tú?" "No, no era yo" me decía y de a luego me cambiaba la conversación.
ME acuerdo que se puso necio en que el tubo cruzara por su terreno, a fuerzas; por el mío no, esto allá en "Dos ríos" a mi no me importó, al fin que ya había trato desde un principio que cruzaría por mis tierras de "El plan" que está antes de llegar al río pequeño del agua de manantial y pasar después para el otro lado del río de las aguas negras del desagüe de México D.F. El les llevó los trazos, garabatos en una hoja de cuaderno  pero, con líneas directo a su terreno y aunque así era más vuelta para llegar al club de golf, logró que los ingenieros desviaran el rumbo del tubo, para que pasara por sus tierras  y ellos sin saberlo, solo les dijo: "Por aquí es por donde tiene que pasar su tubo. Eso es lo que les dice el comisariado ejidal" Cuando el cabrón ya no era comisariado hacía dos meses. No si de que lo era, lo era...
OTRA vez veníamos el y yo, en el pueblo, bajando de ir a caminar para hacer ejercicio para que no se me engarroten las rodillas, el me acompañaba porque sabía que siempre le estaba aconsejando cómo llevar bien el puesto en la mesa directiva; de pronto, ya veníamos bajando por la calle principal, se detuvo y volteó  a ver la calle que ya dejábamos, la barrió con la mirada desde allá atrás hasta donde íbamos "¿Qué te traes, cabrón?" le pregunté "Nada, es que estoy viendo que por cuadra pasan uno o dos postes de luz y de cablevisión. Y pensé: Qué tal si estos cabrones nos pagan por pasar sus postes en el terreno del ejido..." "No seas pendejo, les dices...y nos dejan sin luz y sin televisión de cable. No, tu te estás volviendo loco con el puesto, eres un pendejo" "Bueno, yo solo pensaba..." "Que solo pensaba ni que nada"
   UN día que me alcanzó el camión del gas, allá en la brecha que ya decía yo que habían dejado en la construcción de la pasada del tubo aquél del gasoducto "Oiga usted ¿le trae el gas hasta acá  a Aquilino?" Le pregunté al chofer "Si ¿usted quiere que le traiga su gas por acá?" Me contestó el cabrón aquél, que hoy ya se que no era cierto "No, pues yo ni casa tengo por acá, en esta parte del ejido" Le contesté" Bueno, cuando la tenga ahí nos avisa ¿eh? y se lo traemos" Dijo y se arrancó yéndose bamboleando con su sonadero de tanques llenos de gas por la brecha aquella.
LO QUE no me cupo siempre en la cabeza: ¿por qué hizo una bodega encima de donde pasaba el tubo del gas en su terreno? ¿ por qué no la construyó cerca de su casa que estaba al principio del mismo terreno, no a mitad de la parcela? Sería que quería que las matas del maíz, ya crecido, le taparan la bodega aquella, a la vista de los que pasaran ¿Qué escondería?
__ Oye Aquilino ¿por qué hiciste tu bodega tan lejos de tu casa? ¿ Qué, andas escondiendo algo, o no quieres que la vea la gente que pasa por el camino de la brecha? Cabrón tan pendejo.
__ No Gastón, no soy pendejo, lo que hice fue ocupar mi terreno en donde pasó el tubo del gas. Antes les pregunté  a los de PEMEX si podía construir una cabañita de varas con lodo y láminas de cartón encima. Me dijeron que si, solo que no prendiera lumbre por ahí encima del tubo. Y la hice, solo la ocupo para guardar mis aperos, yugos, reatas y herramientas, nada más Gastón.
__ ¡ Ah vaya! yo creí que tu no aprendías por más que te lo diga uno.
__ No, si aprendo, y te lo agradezco Gastón que me "ahigas" aconsejado en mis cosas__ "Ahigas"... Y ya no hablamos más del asunto. Ese día me fui pero, le seguí montando guardia con el pretexto: de ir a regar mi alfalfa, de ir a regar la otra del otro lado de "el plan" porque esa la de "dos ríos" está muy cerquita de su casa y de su bodega en pleno campo, y se las mascaría que lo andaba vigilando; él es el único que se vino a vivir hasta por acá. Claro que ya con la camioneta que se compró ya no tenía problemas para llegar a la hora que sea...
EL TUBO del gas había recorrido de dos a tres kilómetros, por debajo de tierra, todo " el plan " después de conectarse en el tubo principal que pasa al lado de la vía del ferrocarril, después, lo pasaron por abajo del río de las aguas negras, por el pequeño río del manantial, por todos los ejidos de "dos ríos", que es donde los dos tenemos terreno, después cruzó el río de agua limpia que inicia en la presa Requena, subió la pared de lajas que tiene el mismo río y siguió su camino. Ya arriba, en "la mesa" con rumbo al club de golf; que es una preciosidad de fraccionamiento, con su vista allá abajo se miraba a todo lo largo las aguas de la presa y su compuerta, que sus lanchas, sus cerros al rededor y sus fraccionamientos encima de ellos. Las casas del club de golf con jardín al rededor, sus calles están hechas de cemento hidráulico, su lago muy grande y su cisterna de agua potable, un tanquezote de color naranja como de veinticuatro metros de alto. Puro riquillo vive allí con sus carros muy lujosos y grandes.
HORITA DICEN, bueno, yo no se, están comentando que vinieron los bomberos de PEMEX, los de Tula y también las cruces de allá mismo y de la misma petrolera, también vino su cruz roja. El caso es que hoy por la tarde me dije: "Vete Gastón a echarle un ojito al Aquilino, porque hay algo que no te ha confidenciado. Algo trae chueco y tú no te las haz mascado". Y me vine caminando , yo no tengo camioneta, y ya tan viejo y cansado como me siento me vine al paso, tanto, que ora tardo como una hora o más en recorrer los cuatro kilómetros que hay desde la casa  en el pueblo hasta acá; ese trayecto yo lo recorría en menos de una media hora, ora ya no; por eso hay voy al paso, camino al pasito y me detengo para agarrar fuerzas, pero yo hoy tenía un brete de saber en qué andaba este cabrón. Y cuál va siendo mi sorpresa que cuando me faltaba como un kilómetro para llegar a "dos ríos"...
"EL TUBO del gas había recorrido de dos a tres kilómetros, por debajo de tierra, todo ' el plan' después de conectarse en el tubo principal ..."
QUE veo una bola de fuego como de unos cien metros de alto! Era de color amarillo canario; en el centro del hongo, de color blanco, y todo su alrededor, a la orilla de color naranja y ya muy arriba subía el color negro. Hasta allá donde venía yo me llegó el calor que tuve que ponerme el codo doblado enfrente de la cara para taparme el calor. Después del sonido de la explosión, desde lejos se miraban volando en el aire los tanques caseros de gas, se miraban como puros encendidos y volando, muchos, tal vez cien de ellos, y algunos explotando también en el aire. Ya no llegué hasta el lugar; como me imaginé lo que había pasado, me regresé lo más rápido que pude y fui  a avisar por teléfono a Tula: "Que vinieran porque se había volado el gasoducto de "dos ríos" Pocos minutos después hay venían las cruces y los bomberos. Cuando llegué, otra vez de regreso hasta acá, lo que vi de cerca no me dejaba ni hablar: había un hoyote como de quince metros de profundo y en una extensión como de cincuenta metros al rededor, vamos, en círculo. La bodega había desaparecido, la casa había quedado como en las películas de guerra, toda balaceada por los tanques del gas. El camión quedó como a veinticinco metros de donde estaban cargándolo en la bodega, todo quemado y dentro del hoyote ese, que además lo alumbraba las llamas como si fuera un gran quemador. La llama alimentada por el gas subía como a una altura de veinte metros, y muy fuerte, se oía que silbaba por la presión del gas, y un calor que se sentía a esa hora... qué serían, las ocho de la noche. También la camioneta azul quedó por allá votada como si fuera de hojalata, toda iservible. Yo sabía que había muerto toda la familia, él, los macheteros del camión, el chofer y creo, casi estoy seguro, si, que también el Sabino; él fue el que yo creo le abrió la toma del gas sacada del gasoducto, en dónde hora caigo en la cuenta: como el fue bombero del agua del pueblo, el Aquilino lo metió en el negocio de ordeñar el gasoducto para llenar los tanques caseros de gas. ¡Qué casualidad! que desde que lo vi por acá por las tierras del Aquilino ya estaba progresando con una prisa... que daba miedo imaginar en qué estaba metido, hoy me doy cuenta en qué estaban metidos todos. Yo no puedo hacer nada, ni me acerco del todo, pueden decir que yo estaba de  acuerdo con ellos en sus tranzas del gas. Hora si que " Ya ni llorar es bueno"  Ya me voy, ahí los dejo trabajando  a los bomberos y a la cruz roja, a mí qué me importa. ya no le puedo aconsejar que no sea pendejo. ¡Yo ya me voy! ¿Qué hago aquí?
__FIN__
Gracias por tenerme calma en las entregas: altrejua (Alberto Trejo Juárez)      


 











  



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